Interesantísimo artículo del artista plástico (pintor) Javier Victorero acerca del Monasterio de San Millán de Suso, situado en La Rioja, y de sus grafitos, exponiendo una visión atractiva y sugerente del Bien como testigo de la Historia y soporte de la Cultura.
Fotografia: "aherrero" bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
Monasterio de San Millán de Suso
Bien declarado "Patrimonio de la Humanidad" desde 1997
Los Monasterios de San Millán de Yuso y de Suso fueron declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, e incluidos en World Heritage List el 7 de diciembre de 1997
"Una ojeada al Monasterio de San Millán de Suso y sus grafitos." por Javier Victorero.
"Atravesando el gran valle de viñedos que riega el Ebro,me dirijo en coche, y no caminando como hacían los peregrinos del medievo,a las montañas del suroeste riojano,hacia el Monasterio de Suso en San Millán de la Cogolla, y llego antes de lo que creía. Suso significa "arriba" en viejo castellano, y Yuso,"abajo",pues así están dispuestos los dos monasterios de San Millán.
Quiero ver el de arriba,a media ladera de la colina que llaman precisamente La Cogolla, por tener una forma parecida al hábito de un monje (cogulla), el más antiguo y hoy deshabitado. Allí los monjes del siglo X escribieron las primeras palabras en romance que hace nacer al castellano y algunas palabras en vascuence. Las famosas Glosas Emilianenses, anotaciones marginales de un texto en latín.
Siempre me atrajo ese mundo medieval de los códices, uno de los lugares donde se refugió la pintura durante siglos,iluminando manuscritos con miniaturas exquisitas y misteriosas, llenas de simbología y sentido, figuración y ornamentación de riqueza expresiva, de finas líneas y claras, y espacios pintados con colores brillantes, resonantes, en estructuras geométricas que encandilarían, o encandilaron, al propio Rothko, por ejemplo,y a tantos otros entre los que me incluyo.
En éste lugar hubo "scriptorium", por donde pasaron innumerables vidas silenciosas de escribanos, al menos hasta el siglo XIII, y en éste siglo, y aquí mismo, se educó y escribió sus obras en lengua romance castellano el clérigo Gonzalo de Berceo, como "La Vida de San Millán", el santo eremita que le da nombre y que aquí vivió(S.V-VI) y está enterrado en las cuevas que alberga el edificio en su interior. El Monasterio de San Millán de Suso fué un importante lugar de paso durante toda la Edad Media, un enclave cultural y religioso para la Peninsula y la Europa cristiana, muy cerca del Camino de Santiago.
El edificio es pequeño,casi escondido entre rocas y bosques, con muros,bóvedas y arcos visigodos, apoyados en la montaña, abombados por su empuje. Por allí desfilan restos del estilo mozárabe con bóvedas califales y arcos de herradura y la entrada porticada. Después vienen más muros y arcos de medio punto románicos...
Pues bién, estando ya en la entrada de vuelta del mágico y como improvisado interior, y rodeado de las tumbas de los siete infantes de Lara, y su preceptor, y tres reinas de Navarra, deposito mi mirada sobre los viejos muros de sillería de roca caliza, queriendo descansar mis pensamientos e imaginaciones, y me encuentro con gran sorpresa algo que, de otra manera, tiene que ver con los códices iluminados que allí nacieron: unas finas líneas horadadas en la piedra con algo punzante que, siguiéndolas con parsimonia, construían dibujos de estrellas de cinco y ocho puntas y otras figuras geométricas, castillos, figuras humanas, una sirena vi, animales, cruces, escritos, planos urbanísticos y líneas que semejan cruces de caminos, quizá conocidos, o por conocer...
A diferencia de los códices y las inscripciones, hechos con premeditación por las congregaciones de vida monástica, aquí me encuentro con éstos grafitos hechos de forma espontánea por viajeros, peregrinos o monjes anónimos que, quizá, también intentan contar pensamientos, expresar vivencias, experiencias espirituales, recuerdos..., lo que hoy podría parecerse en el fondo a esos grafitis que humanizan rincones de pueblos y ciudades, pero hechos por personas del medievo con vida y preocupaciones parecidas y en parte muy diferentes. Ejemplos de la intrahistoria.
fotografias Javier Victorero
Aquí os muestro dos ejemplos muy bellos,que bien podrían recordar a dibujos de Paul Klee, por ejemplo, no solo en el trazo tembloroso y firme de las líneas, pues tanto el anónimo medieval como el suizo bebieron de los motivos geométricos del arte árabe.
El primer grafito fotografiado representa un plano de Oviedo, como así está escrito en su parte superior con "b", curiosamente mi ciudad natal, como quizá lo fue la de ese viajero anónimo. O simplemente pasó por allí, pues ésta ciudad creció mucho en el siglo XIII por las peregrinaciones al estar enclavada en el Camino de la ruta del norte, y por guardar en su catedral el Santo Sudario,las joyas y reliquias de La Cámara Santa,y una talla románica de El Salvador, con un texto adjunto que se decía en su tiempo:"Quien va a Santiago y deja El Salvador,visita al criado y deja al Señor".
Fotografía Javier Victorero
En la segunda fotografía se pueden ver dos grafitos muy cerca el uno de otro,y pienso si eso pudiera sumar un sentido suplementario al significado individual de cada uno de ellos. Por una parte,a la izquierda puede verse dibujada una estrella de ocho puntas y en su interior otra de cinco puntas.La estrella es el motivo mas abunda en éstos muros y muy frecuente en el arte medieval,a través del influjo del mundo decorativo árabe llegando a través de los mozárabes,y representa lo celeste, la luz. La estrella de ocho puntas entrecruza dos cuadrados (simboliza lo terrenal) generando triángulos en sus intersecciones (simboliza lo espiritual). Así podría simbolizar el paso a una nueva vida. La estrella árabe de cinco puntas representa al hombre y al mundo sensible creado el quinto día,y al espíritu del hombre que también espera su renacimiento a una nueva vida:la celestial.
A su derecha se puede ver un castillo,o fortaleza,que representa durante la Edad Media la Jerusalén Celeste descrita en el Apocalipsis. Hay tres torres con triángulos cuyos vértices señalan hacia arriba,insistiéndo éstos en el número tres, que, al ser indivisible simboliza lo espiritual, la perfección.
Fotografía Javier Victorero
Así pues, todo un viaje emocionante a través de éstos grafitos de Suso, tan terrenales como espirituales."