por José Ramón Fernández Vázquez de Prada. Arquitecto
Nótese la escala de la edificación, repárese en la naturaleza y singularidad de altura principal:mente de la planta baja, y la forma y dimensión de los pilares de madera. Nótese frente a la escala humana, como las dimensiones del Bien superan la tipología de casona montañesa entre cortafuegos.No es un efecto visual, es asi. Aunque utiliza el mismo lenguaje formal de estas casonas de raiz montañesa, este bien presenta las dimensiones de un bien de naturaleza defensiva. Esta edificación, alterada por reformas posteriores, presenta un altísimo interés cultural y su investigación ha de dar informaciones de gran provecho.
Se utiliza en momentos muy tempranos, fabricas de ladrillo macizo para reformar los vanos, y redimensionarlos. En este sentido ha de relacionarse con las actuaciones en la fachada lateral de la Casa de Sardin-
Se utiliza en momentos muy tempranos, fabricas de ladrillo macizo para reformar los vanos, y redimensionarlos. En este sentido ha de relacionarse con las actuaciones en la fachada lateral de la Casa de Sardin-
Antes de la rehabilitación del Bien para Biblioteca, esa singularidad dimensional era aun mas acentuada, pues en el ámbito del porche se ha ejecutado un forjado sanitario elevado. esto disminuye la altura del espacio y han disminuido las escaleras de acceso, antes con tres peldaños, que en su momento partían en la cota cero de un afloramiento roqueño en pendiente, enfatizando el carácter defensivo del Bien y la escala monumental.
de Benjamín Alvarez, Benxa, 1975.
En esta publicación se aportan interesantes informaciones
En estos apuntes de anota que se considera que es
en la "casa de la Huertona" donde Jovellanos visita a la familia Valsinde durante sus viajes para dirigir las obras de la carretera a Castilla.
La carretera a Castilla
"Representación a la Junta General del Principado sobre la carretera de Castilla"
El 31 de agosto de 1796 escribía Jovellanos una misiva a las autoridades del Principado de Asturias, proponiendo la nueva carretera a Castilla
" Muy señores míos: tan reconocido como deseoso de corresponder a la honrosa confianza de la muy ilustre Junta General del Principado, de que V.S.S. se han servido enterarme, expondré en este papel todo cuanto alcanzo acerca del objeto sobre que se me consulta, y en ello no haré más que seguir el impulso de mi propio corazón, porque cuando tantos y tan distinguidos individuos se congregan a tratar del bien y a promover la felicidad de nuestro país, ¿cuál de sus hijos no se sentirá llamado al auxilio de su celo y sus luces?; y cuando el objeto de que se trata ha sido siempre por su importancia el primero de mis deseos, ¿cómo no sentiré yo el mayor consuelo al ver a tan distinguida asamblea enteramente ocupada en llevarlo a ejecución?
Voy pues a exponer mis ideas acerca del camino de comunicación con Castilla, único objeto de ellas, y entrando desde luego en materia, hablar, primero, de su grande importancia, y luego, de los medios de conseguirlo, explicándome en uno y otro con aquella franqueza e imparcialidad que es tan propia de mi carácter como conveniente a los grandes intereses que están cifrados en el mismo objeto.
Cuando se trata de la construcción de un nuevo camino, dos cosas deben ser principalmente consideradas: su necesidad y su utilidad. Haría yo grande injuria a las luces de la Junta si no diese por demostrada la primera, porque ¿quién no ve la lentitud, la fatiga, los riesgos y, sobre todo, el enorme dispendio con que sostenemos el tráfico y comunicación con las provincias internas por el camino actual, haciendo todas las conducciones a lomo, en bestias de poca carga y de costosa conducción? ¿Y quién no ve que por lo mismo estamos condenados a excluir de esta penosa circulación todas las materias que por su enorme peso o gran volumen son absolutamente intransportables a lomo, o lo son sólo a un precio que las hace superiores a su valor natural y, por consiguiente, a su consumo?
Pero cuando fuese preciso demostrar esta necesidad, las grandes ventajas que ofrece la nueva carretera harían su mejor demostración, puesto que en política, y tratando de un pueblo numeroso y culto, no puede dejar de mirarse como muy necesario lo que es en gran manera útil. Y en efecto, si es cierto, como espero demostrar, que Asturias, sin una comunicación cómoda y franca, no puede ser ni agricultora, ni industriosa, ni comerciante, ni navegadora; en una palabra, si no puede ser populosa ni rica, por lo menos en el grado a que le convida su situación natural, ¿quién será el que no concluya de aquí la absoluta necesidad de esta comunicación?
Tal es el aspecto bajo el cual debe ser mirado el objeto de la presente discusión. Él formará siempre en Asturias el principal cimiento de toda prosperidad, y sin él debemos renunciar a la esperanza de conseguirla. La naturaleza, que derramó tan a manos llenas sobre esta bellísima porción del globo las fecundas semillas de la abundancia y la felicidad, opuso a su logro un solo y grande obstáculo: opuso los angostos montes que al parecer nos cierran el paso a la plaga del Mediodía. Pero los opuso no para desalentar nuestro interés, sino para aguijarlo; no para adormecer nuestra pereza, sino para despertarla y excitarla con el estímulo de la necesidad, con este estímulo poderoso, origen de toda buena industria y al cual debe el mundo su cultura y su perfección el espíritu humano.
Pero tratando más individualmente de la utilidad de este camino, voy a exponer las ventajas que una reunión de circunstancias casuales me han hecho más familiares. Pudiera escribir un gran volumen acerca de ellas, pero por no molestar las reduciré a dos solos principios.
1.º Asturias tiene a la parte del Norte una costa de cuarenta leguas, y en ella un medio de comunicación fácil y seguro con los más poderosos pueblos de la Tierra. Prescindamos pues, por un instante, del comercio particular que podemos fundar sobre esta comunicación con las provincias del Mediodía al favor de nuestras producciones naturales e industriales, y volvamos los ojos al prodigioso comercio a que puedan dar materia todos los géneros ultramarinos que recibamos por nuestra costa. ¿Quién dudará que todo cuanto necesiten para su consumo las provincias vecinas que están al otro lado de los montes, ya venga de las provincias litorales de España, ya de nuestras colonias, o ya de otros pueblos comerciantes de Europa, será provisto exclusivamente por nosotros?
Y aunque este comercio se considere solamente como de transporte, de pura economía, la Junta no puede desconocer sus grandes ventajas. Muchos ejemplos pudieran confirmarlas, pero uno basta para probar que este solo comercio puede hacer a una nación poderosa. ¿Quién no sabe que Holanda, con un comercio semejante y privada de las ventajas naturales que nosotros gozamos, ha llegado a ser respectivamente el pueblo más opulento de la Tierra?
2.º Pero hay otro principio que recoge mejor estas ventajas: la inmensa extensión del comercio que podemos deber a la situación natural que la Providencia nos ha concedido en el globo. Esta extensión tendrá una esfera prodigiosa en la cual no se hallarán otros límites que los de los vastos territorios con quienes se unirá Asturias por medio de la comunicación propuesta: es constante que los territorios de León, el Bierzo, la Bañeza, Zamora, Toro, Salamanca, Ciudad Rodrigo y aun la parte oriental de Extremadura están más cercanos a los puertos de Asturias que a los de la restante costa de Cantabria, a los de Galicia y a los de Andalucía. Por lo mismo, nosotros podemos proveer con más ventajas y, por lo mismo, exclusivamente a sus consumos. Y como sea un principio cierto en economía que la extensión del consumo fija la medida natural del comercio, se infiere que el comercio de Asturias puede recibir una extensión proporcionada a la del consumo de tan vastos y fértiles territorios.
De este principio nace una consideración de no menor importancia, y en la extensión que por medio de este camino puede recibir la navegación de Asturias, porque así como el consumo fija la medida del comercio, el comercio fija la medida de la navegación, y ambos crecen y no pueden dejar de crecer a la par, puesto que la navegación es el instrumento necesario y poderoso de todo comercio de economía. De manera que cuanto los puertos de España, de sus colonias y del extranjero puedan proveer al consumo de las provincias vecinas, y cuanto esas provincias puedan dar de producciones naturales y de industria al consumo de las provincias litorales de España, de sus colonias y del extranjero, abasteciendo el comercio de Asturias, ocupan su navegación y aumentará necesariamente su marina mercantil, su población y su riqueza.
Y si a esto añadimos lo que nosotros podamos proveer con el tiempo de producciones naturales e industriales de Asturias por medio de un comercio activo, o atraer a nuestro suelo por medio del necesario comercio pasivo para nuestro consumo interior, ¿quién no verá la prodigiosa esfera de comercio y navegación que abrirá a nuestra vista la comunicación propuesta?
Una vez abierta, nada nos faltará para dar el mayor impulso a este comercio sino la baratura de los fletes, y como ésta será una consecuencia natural ya del aumento de nuestra marina, ya de nuestras relaciones mercantiles, el logro de este extendido comercio será infalible, por lo menos hasta el punto a que nuestros capitales, nuestra actividad y nuestras luces alcanzaren."
JOVELLANOS Y BALSINDE
Jovellanos comenzó a escribir el Diario como notas de viaje,así lo indica al llegar de Pajares con motivo de la nueva carretera de Oviedo a León: «se concluyó felizmente el viaje, la comisión y el objeto de este Diario». LOS VIAJES POR ASTURIAS (1790-1801)
"(...) Me adelanto a pie hasta Campomanes. Mejor posada que la de arriba; más limpia, mejor y más aseada ropa;sala más capaz; mayor abrigo. Es en casa de Felipe; sin embargo, no falta qué calafatear. Visita del párroco, hom- bre alto, seco, recio, de buena edad y modo; me ofrece vino, una perdiz y cuanto haya en su casa y pueda con-venirme. Doile gracias y ofrézcole aprovecharme en cuanto fuere necesario. Parece que hay barbero y que[Francisco] Balsinde tiene buenas navajas: veremos si es cosa. Visita de Balsinde; dice que el barbero no sirve; que
(...) Juego de malilla con Balsinde y los ar-quitectos; noche regular."